martes, 21 de junio de 2011

Aprendiendo a depender de Dios

Jesús no envió a los discípulos al mar por accidente. Creo que El quería enseñarles una valiosa lección y, por consiguiente, preordenó este evento peculiar "El hizo que los discípulos subieran a la barca" El lenguaje de esta oración hace que uno piense que los discípulos entraron porque fueron ordenados, no porque lo decidieron ellos.
Después de enviarlos al otro lado, Jesús fue a la montaña a orar. ¡Entonces se pueso interesante el asunto! Los discípulos estaban remando en un mar oscuro, pero la Biblia dice que, desde la montaña, Jesús "vio que los discípulos hacían grandes esfuerzos para remar". Seguramente los discípulos sentían que estaban solos. No sabían que Jesús les observaba luchar contra el viente desde lejos.
¡Es importante entender que Jesús tenía un plan desde el principio! Creo que toda esta situación fue orquestada por Dios para enseñarle a los doce una lección monumental.
Después de remar unos seis Kilómetros contra un "gran viento" a medianoche, estaban cansados, hambrientos y me imagino que un poco temerosos. Jesús, viéndoles esforzados con los remos desde lejos, les dejó luchar por un rato. Permitió que se dieran cuenta que sus esfuerzos no los estaban llevando a ningún lado.
En mi propia experiencia al caminar con Dios, he notado como , graciosa y pacientemente, El me permite usar mis propios métodos y luchar con mis propias fuerzas en el ministerio para enseñarme que sin El estoy desamparado. En estas décadas entrenando Pastores y misioneros, todavía no he encontrado uno que pueda aprender a depender de Dios a través de un estudio bíblico. Sí, la fe viene por escuchar la Palabra de Dios, pero también debemos pasar por experiencias que nos ayuden a humillarnos para que no confiemos en nosotros mismos.
Jesús les dijo a sus discípulos: "..porque separados de mi nada podéis hacer.." (Juan 15:5)
Una de las grandes lecciones de la vida espiritual es aprender a distinguir la diferencia entre nuestras habilidades naturales y la gracia de Dios.
Pastor David Barlock (Del libro "Barcas sin remos")

viernes, 10 de junio de 2011

Cuando Dios nos mete en problemas

A veces remamos con muchas fuerzas y el viento de las contrariedades nos provoca desaliento. Allí es cuando se levantan preguntas en lo profundo de nuestros corazones y es cierto, si fuéramos sinceros y pudiéramos tener un confesionario abierto. ¡Cuántos de nosotros pudiéramos contar de las contrariedades que nos han venido por servir al Señor! ¡En los líos que me ha metido este camino!
Dios nos ha metido en problemas y esa es la manera que él en su misericordia usa para tratar con nosotros. En esos días en los que la contrariedad y el desaliento vienen, nos llenamos de preguntas. ¿Por qué?
Quizá los discípulos en medio del viento se estarían preguntando: "..Si El nos usa tan poderosamente que el pan crece en nuestras manos una y otra vez hasta alimentar a una multitud. Si nos hace gustar de esa gloria magnífica. Si sentimos algo tan hermoso al ser usados por su misericordia. ¿Porqué ahora nos mete en estos problemas?.." Así pensamos nosotros, porque el Señor muchas veces ni siquiera nos permite quedar después del culto para que alguien nos diga: "..¡Cómo crecía el pan en tu mano!.."
A nosotros nos gusta eso, y esa es nuestra ruina. Nos gusta escuchar que la gente opine bien de nosotros. Somos siervos de Dios. Lo reconozcan o no estamos prendidos a El. No obstante, los días de prueba vienen y las preguntas con ellos, en donde pensamos que por obedecer al Señor nos metemos en problemas y aún metemos a nuestra familia en problemas.
Me acuerdo hace muchos años, después de haber vuelto de algunas tristes consecuencias en la Patagonia, contemplé algunas cosas que habían hecho sufrir a mi familia y hablando como de corazón a corazón con el hermano Samuel, le dije: "..Voy a pensarlo bien para no cometer tonterías y llevar a mi familia a cosas que tenga que lamentar..", y le dije: "..no voy a hacer más locuras.." y el se detuvo en la calle, me miró y me dijo: "..No digas eso, porque dentro de un tiempo estarás pensando en locuras más grandes.."
Las pruebas tienden a desalentarnos y quisiéramos que Dios nos conteste el porqué. Pero Dios no le contestó a Jesús cuando exclamó: "..Dios mío, ¿por qué me has desamparado?.." Y hay cosas, como dicen los mexicanos, que "salen sobrando", que Dios no las va a contestar. Ya está hecho. El nos lleva por el camino de preparación. Hay pruebas que cuando las pasamos nos preguntamos ¿Que sentido tienen?, pero después miramos para atrás y escondidos en un rincón le decimos al Señor: "..Gracias, porque tú nos permitiste pasar por ese camino, porque nunca las cosas hubieran sido de esta manera si no me hubieras llevado por ese camino.."
Dios es el que obra en nosotros el querer como el hacer por su buena voluntad. El escribe y marca cosas dentro de nuestras vidas cuando pasamos tiempo en su presencia. Clamemos a Dios para tener la frescura de un hombre que camina en su presencia y que saca del tesoro cosas viejas, pero que también saca cosas nuevas. Por eso él nos lleva a su presencia, para marcar cosas nuevas en nuestra vida. Toda nuestra vida es una oportunidad de crecimiento.
Pastor Hugo Contreras (Formados para obedecer)

lunes, 6 de junio de 2011

Un toque del Señor en tu vida

Cuando Isaías tuvo la visión no entró en soberbia. De pronto nosotros, tenemos una manifestación linda del Señor, y en vez de humillarnos, tenemos la tendencia a exaltarnos. Pero Isaías dijo: "..Ay de mí, Ay de mí, que me voy a morir..porque soy inmundo de labios.." No es que era tan inmundo, pero viendo tanta gloria se consideró sucio y pecador, y yo quiero decirle que cuando estemos contemplando la gloria del Señor, no nos vamos a ver muy dignos. Si usted se siente muy digno ¡Tenga cuidado! porque solo la sangre de Jesucristo nos dignifica. Cuando Isaías vio la visión se humilló y se quebrantó. ¡Qué bueno es humillarse!
Yo me pregunto: ¿Con qué actitud estamos en la casa de Dios? ¿Cómo venimos a cada culto? ¿Venimos solo a ver qué pasa, o qué se predica? ¿Venimos a mirar hacia nuestro alrededor sin contemplar al Señor? Isaías dijo: "..han visto mis ojos al Rey..", ¿Por qué no cambiamos de actitud para venir a la Iglesia? Si pudiéramos decir en la sencillez: "..Señor, hoy vengo a tu presencia, déjame experimentar esa gracia, déjame contemplarte un poquito Señor, aunque no pueda ver algo tan gigantesco como Isaías, quiero sentir tu Presencia.."
Si usted y yo pudiéramos tener esa actitud, Dios no va a fallar, pero si de pronto venimos con una actitud de enojo, de queja, y con una guerra interior dentro de nosotros, no vamos a recibir nada.
Creo con todo mi corazón que cada vez que entramos en la casa de Dios deberíamos entrar por sus atrios con la actitud que nos enseña el Salmo 100: “..con acción de gracias..” y con una actitud humilde, porque no podemos estar en su Presencia con una actitud de suficiencia, Isaías clamó ¡AY DE MI!, y nosotros: ¿Qué tendremos que decir? ¡SEÑOR, LAVAME EN TU SANGRE!
Cuando Isaías exclamó "..¡Ay de mí!.." un serafín tomó unas brazas del altar, y con esa brasa tocó su boca. Yo necesito ese toque día por día, culto tras culto, y ese es el espíritu adecuado para recibir el toque del Señor. ¿Me está entendiendo en esta noche hermano?. Si queremos recibir, tenemos que llorar en su Presencia. Lloremos en la presencia de Dios porque Dios se glorifica en medio de las lágrimas, “..Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación..” Qué bueno es poder quebrantarnos en la presencia del Señor.
Quizás Isaías pensó que esa brasa lo iba a quemar vivo, pero ese era un fuego celestial, fuego que va a quemar para bien, que va a quemar impurezas, que va a quemar lo que no sirve. Cuando el ángel le dice "..y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado.." es todo una figura. Se la voy a explicar sencillamente. En ese altar, era quemado el resto de la víctima. En ese fuego había habido derramamiento de sangre y el fuego la consumía y subía como holocausto y olor suave a la Presencia de Dios.
Todo simboliza la obra de Cristo en la Cruz. Jesús pasó todo ese fuego de la prueba, y con un solo sacrificio nos hizo perfectos para siempre y ahora podemos disfrutar de la Presencia de Dios. Piense un poquito ahora, cuando Isaías se humilló y se quebrantó vino ese toque de Dios, vino esa brasa del altar que tocó sus labios. Cuántas veces queremos un toque de Dios, pero nos falta decir: "..Señor ten misericordia, lávame en tu sangre salvadora, límpiame de toda mi maldad.., yo no sirvo, yo me equivoco, pero tu eres Rey.."
Nosotros no decimos "..Ay de mi.." Nos sentimos muy buenitos, muy excelentes, casi necesitamos que nos rindan honra y pleitesía, pero el único que merece honra y gloria es Dios. ¿Sigues queriendo ese toque? Qué lindo es que reunión tras reunión, antes de llegar a la casa del Señor vayamos preparando nuestro espíritu, diciendo: "..háblame Señor, perdóname, lávame, límpiame, ayúdame.." Si estás con ese espíritu adecuado te digo que no va a terminar el culto sin que tengas un toque del Señor, ya sea en los cánticos o en la palabra vas a tener ese toque del Señor.
Pastor Orlando García (El proceso de la humillación y quebrantamiento)