sábado, 3 de abril de 2010

Tenemos que humillarnos

Hermano, tenemos que estar calzados con el apresto del evangelio, pero en la presencia de Dios debemos humillarnos como un esclavo. No esclavo por obligación sino por amor, porque cuando uno ama hace cualquier cosa. Cuando Josué era ya un líder sobre el pueblo de Israel y Dios le habla sobre la conquista de Jericó, le dice: "..Quita el calzado de tus pies, porque el lugar donde estás es santo. Y Josué así lo hizo.." (8). Yo me imaginaba esta situación, y pensaba en todo el pueblo descansando pero Josué, con la carga de la responsabilidad, estaba velando.
Muchas veces los siervos de Dios no duermen. Hay grandes cargas sobre sus hombros. Tenemos que orar mucho por ellos, porque a veces la carga puede ser tan grande que se enferman y sus nervios no soportan la presión.
Josué estaba velando y andaba mirando todo con cuidado porque tenía que conquistar la ciudad y de repente vio a uno que apareció con una espada y él como un buen soldado le dice: "..¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos?.." (9) ¡Que listo que estaba! ¿no? No pensó en huir, sino que lo enfrentó.
Al enemigo hay que enfrentarlo cuando viene para tirarnos abajo. Y eso es lo que hizo Josué. Pero cuando escuchó: "..como Príncipe del ejército de Jehová he venido ahora.." (10) Se tiró de rodillas, adoró y obedeció la orden: "..Quita el calzado de tus pies, porque el lugar donde estás es santo.." (11).
Querido hermano. Donde quiera Dios nos hable es un lugar santo. Y tenemos que mirar si hay algo que nos impide venir ante Dios con humildad. Josué reconoció al Príncipe, se humilló y allí vino la palabra de Dios a su corazón. Si queremos una palabra de Dios tenemos que humillarnos y doblarnos ante su presencia. No tenemos nada en nosotros mismos que podamos valorar , solamente la presencia de Dios.

Pastora Ester de Sórensen (Los pies del cristiano)

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